lunes, 20 de julio de 2015

ANATOMÍA DE LOS MENISCOS

La articulación de la rodilla contiene los meniscos, dos estructuras (una medial y otra lateral) fibrocartilaginosas que se disponen entre la meseta tibial y el cóndilo femoral correspondiente.

Ambos meniscos son componentes de vital importancia para una articulación de la rodilla sana. El menisco soporta diferentes fuerzas como cizalla, tensión y compresión. Juega por tanto un papel fundamental en el soporte y transmisión de cargas, absorción de impactos, así como en la propiocepción y la lubricación y nutrición del cartílago articular.

Figura 1. Anatomía de la articulación de la rodilla: vista anterior.

Por su forma de cuña (los meniscos son cóncavos de lado de los cóndilos femorales, con una región externa más gruesa), los meniscos muestran una gran capacidad para estabilizar el cóndilo femoral  en su articulación con la meseta tibial, acomodando de esta manera la superficie articular de los cóndilos femorales (curva) en la de la meseta tibial (plana) (figura 1). Los dos meniscos juntos ocupan de hecho dos tercios de la superficie de la meseta tibial.


Los meniscos son mantenidos en su lugar mediante uniones con la cápsula articular y ligamentos (figura 2). Los principales ligamentos estabilizadores de los meniscos son el ligamento colateral medial, el ligamento transverso (que une ambos meniscos), los ligamentos meniscofemorales, y uniones en los cuernos anterior y posterior (que unen los meniscos a la meseta tibial). Los ligamentos meniscofemorales, también conocidos como de Humphrey y Wrisberg, conectan el cuerno posterior del menisco lateral con el fémur.

Figura 2. Anatomía del menisco: vista superior de la meseta tibial.


INERVACIÓN
Los meniscos presentan inervación intrínseca, la cual es escasa en el cuerpo del menisco, siendo mayor en los cuernos anterior y posterior. Esta inervación está relacionada con la función de propiocepción articular, al proporcionar al sistema nervioso central información sobre la posición articular, formando parte de arcos reflejos musculares o protectores.


VASCULARIZACIÓN
La vascularización del tejido del menisco juega un papel importante. Desde el desarrollo prenatal hasta poco tiempo después del nacimiento, el menisco está completamente vascularizado. No obstante, la vascularización va disminuyendo a partir de este momento, de manera que en la edad adulta el menisco presenta vasos sanguíneos y nervios sólo en la parte periférica del menisco, en un 10-25% en el menisco lateral y en un 10-30% en el medial.

Este hecho permite diferenciar entre dos regiones en el menisco según la vascularización:
· La región externa, con vascularización y nervios (la zona roja-roja).
· La región interna, completamente avascular y aneural (la zona blanca-blanca).
Además, estas dos regiones están separadas por la región roja-blanca, con propiedades tanto de las regiones roja-roja como la blanca-blanca.

La consecuencia última de ésto es la capacidad de curación de cada región del menisco, directamente relacionada con su vascularización (la cual permite reclutar células a la zona para la reparación normal de lesiones). Es por ello que la región blanca es más susceptible de padecer lesiones postraumáticas y degenerativas permanentes, al ser menos probable que genere una respuesta curativa.


COMPOSICIÓN BIOQUÍMICA
Cada menisco es un tejido complejo compuesto por células, moléculas de la matriz extracelular especializadas, e inervación y vascularización específicas de la región.

El menisco está altamente hidratado (el 72% de su peso es agua), siendo el resto materia orgánica, principalmente células y matriz extracelular.

De esta materia orgánica, el 75% es colágeno, el 17% GAGs, el 2% ADN, además de glicoproteínas de adhesión (< 1%) y elastina (< 1%). Estos porcentajes pueden variar dependiendo de la edad, lesiones y otras condiciones patológicas.

En cuanto a las células, la región externa del menisco presenta células que pueden ser descritas como fibroblast-like, al ser similares en apariencia y comportamiento a los fibroblastos, y la matriz que las rodea está compuesta principalmente de colágeno tipo I. La región interna por su parte presenta células chondrocyte-like, que sumado al hecho de que la matriz que las rodea presenta una mayor proporción de colágeno tipo II y GAGs, hace que la región interna del menisco presente un tejido que recuerde al cartílago articular hialino. Existe una tercera población de células en la zona superficial del menisco, que posiblemente se traten de células progenitoras con capacidad regenerativa y terapéutica.

Por tanto, por el fenotipo celular y la composición de la matriz extracelular, la porción externa del menisco es similar al fibrocartílago, mientras que la porción interna muestra características similares al tejido cartilaginoso articular.


ORIENTACIÓN DE LAS FIBRAS DE COLÁGENO
Las fibras de colágeno discurren en su mayoría en sentido circunferencial, desde el cuerno anterior hasta el cuerno posterior, y principalmente por el tercio externo del menisco. Estas fibras ayudan a absorber la energía de los impactos en la articulación, al convertir las cargas axiales en la articulación en cargas horizontales dentro del tejido del menisco.

Hay también fibras de colágeno radiales, cuya función es prevenir la ruptura longitudinal de las fibras circunferenciales. En la capa superficial del menisco hay finas fibras sin orientación predefinida (figura 3).


3. Ultraestructura de las fibras de colágeno del menisco. Tomado de C Scotti et al 2013.


BIBLIOGRAFÍA
1. Makris et al. The knee meniscus: structure-function, pathophysiology, current repair techniques, and prospects for regeneration. Biomaterials. Biomaterials. 2011 October ; 32(30): 7411–7431.
2. C Scotti et al. Meniscus repair and regeneration: review on current methods and research potential. European Cells and Materials Vol. 26 2013 (pages 150-170).
3. Mordecai SC et al. Management of meniscal tears: an evidence based approach. World J Orthop 2014 July 18; 5(3): 233-241.


miércoles, 8 de julio de 2015

RODILLA: TEST DE CAJÓN ANTERIOR

El propósito del test del cajón anterior es detectar inestabilidad anterior y laxitud del ligamento cruzado anterior (LCA).


TÉCNICA
La posición del paciente es en decúbito supino, con la rodilla flexionada 90º y el pie apoyado en la camilla.
El examinador estabiliza el pie del paciente sentándose en el dorso del antepié. Coloca ambas manos alrededor de la parte superior de la tibia, con los pulgares colocados sobre la línea articular anterior (con esta toma además se pueden palpar los tendones de los isquiotibiales para asegurarse de que éstos están completamente relajados, y que no hay resistencia voluntaria o involuntaria al test).



ACCIÓN
Se desplaza la tibia en dirección anterior con ambas manos, y se compara el grado de traslación anterior con la otra rodilla. Hay que valorar la calidad del final de movimiento (si el ligamento está intacto, se notará un "tope ligamentoso").

El test es positivo si hay un aumento de la traslación anterior de la tibia, además de la pérdida de la resistencia ligamentosa normal, indicando una lesión significativa.

En una rodilla sana, es normal una traslación anterior de la tibia de aproximadamente 6 mm con esta prueba (Magee 2008). Si el LCA está lesionado en combinación con el ligamento o la cápsula mediales, el grado de traslación anterior será mayor (15 mm o más).

Si el ligamento cruzado posterior (LCP) se ha lesionado también, puede ser difícil establecer la posición inicial normal para esta prueba. La laxitud o ruptura del LCP hará que la tibia caiga hacia posterior (posterior sag sign), que posteriormente puede llevar a la falsa impresión de un cajón anterior aumentado. Es por tanto necesario descartar esta condición antes de valorar un aumento del cajón anterior.


CONTEXTO CLÍNICO
El test ha demostrado un alto grado de especificidad (Jackson et al 2003) aunque las dudas acerca de su grado de sensibilidad llevó a que otros estudios concluyeran que el test del cajón anterior debe ser usado como test secundario al más sensible test de Lachman, o al test de pivot shift (Benjaminse et al 2006, Jackson et al 2003), Ostrowski 2006, Scholten et al 2003). No obstante, es un test más sencillo de realizar, por lo que para los clínicos menos expertos, los resultados del test del cajón anterior pueden ser más útiles que intentar detectar anomalías con el test de pivot shift.

Una evaluación compuesta por diversas pruebas relacionadas con la condición física de la rodilla (incluyendo el test del cajón anterior) produjo resultados más precisos que el uso aislado de un sólo test para el diagnóstico de lesiones ligamentosas y meniscales (Solomon et al 2001).

La sensibilidad de todas estas pruebas mejora cuando se examina con el paciente anestesiado o en las fases subaguda o crónica de la lesión.


FALSOS RESULTADOS
En la posición de flexión de rodilla 90º, el ligamento colateral medial y la cápsula posterior limitan también la traslación tibial anterior. Si estas estructuras están intactas y la lesión del LCA es aislada, el test del cajón anterior será normal, produciéndose un falso negativo.
Otros factores que pueden llevar a un falso negativo son un espasmo muscular de los isquiotibiales, una rotura meniscal en asa de cubo que bloquee la traslación anterior de la tibia, o una rotura parcial del LCA que se haya adherido al LCP durante el proceso de recuperación.

Un falso positivo (traslación anterior aumentada incluso cuando el LCA está intacto) puede ocurrir con la rotura del ligamento coronario medial (meniscotibial) (Magee 2008). El aumento de traslación anterior del cóndilo tibial medial debería llevar al examinador a realizar test multiplanares (slocum test) para valorar la inestabilidad rotacional.


BIBLIOGRAFÍA
Hattam P, Smeatham A. Special Tests in Musculoskeletal Examination. An evidence-based guide for clinicians. 1ª Ed. Elsevier; 2010.